Desde que
tengo memoria, camino por un sendero, con una niña de vestido blanco en mi
espalda.
Me empuja y
golpea para hacerme caminar, miro en todas las direcciones, nos
encontramos
en un bosque hermoso, todos los que me rodean llevan a alguien guiándolos pero
de
maneras
distintas.
El tiempo
siguió con su marcha, a pesar de rogar para que se detenga, en mi camino
aparecían
obstáculos, algunos solo me pertenecían, en cambio otros abarcaban varios
senderos.
Pero la
niña no me permitía detenerme, sus golpes eran cada vez más fuertes.
Llegó el
momento que la tortura se hizo insoportable, me obligó a correr fuera del
sendero, el
bosque de claro y colorido se fue transformando en un pantano moribundo y
desolado.
Cuando
logre por fin salir de ese espantoso lugar, me encontré con un prado árido por
la
sequía, no
había senderos pero a lo lejos se divisaba un objeto.
Al
acercarme me di cuenta que el objeto no era más que un pozo muy profundo. En un
instante la
niña apareció a mi espalda, al mirarla pude notar que lloraba, pero sin
siquiera mediar
palabra me
empujo al vacío.
Ese fue el
golpe más doloroso de mi vida, en ese lugar a pesar de la total oscuridad podía
observar
todos los obstáculos que simplemente salte o eludí, además podía sentir las
voces de
personas,
amigos y familia cuando caminaban cerca de la entrada del pozo.
Colapsé,
nadie podía ayudarme no importa lo que me dijeran desde lo alto. Tomé mi
decisión,
haría lo que fuese necesario para superarlo todo y simplemente sería feliz por
mi propia
decisión.
Comencé a
escalar, pero a medida que subía tenía que resolver los obstáculos que no me
permitían
avanzar, después de mucho tiempo y un esfuerzo increíble, logré alcanzar la
salida del
pozo,
aunque aún me quedaban algunos problemas sin resolver.
Cuando por
fin salí, me encontré en un lugar totalmente distinto, ya no era un lugar árido
y seco sino
todo lo contrario, un campo lleno de flores cultivadas por las personas que
intentaron
ayudarme a
salir.
Me pare en
el borde del pozo, donde se encontraba la niña de vestido blanco aun
llorando,
nos miramos mutuamente por un tiempo, sonrió y rio emanando alegría como la de
un maestro
al ver a su alumno aprender lo que con tanto esfuerzo enseñó. Se dio vuelta y
se fue
saltando
hasta que ya no logré verla, jamás la volvería a ver, ese fue el adiós para mi
maestra de
vida.
Conclusión:
A todos
nosotros la vida nos enseña, aunque de maneras muy distintas. Unas más crueles
que otras,
algunos nos lleva a los golpes, a otros los lleva de la mano. Lo importante, lo
que todas
estas
maestras de vidas quieren enseñarnos es como debemos pararnos delante de ella,
no
depende de
nadie más que de nosotros mismos, por más que la vida nos lleve de la mano y
nos
regale el
mundo no serás feliz a menos que lo decidas.
Con
respecto a los obstáculos o problemas, no sirve de nada pasarlos por un lado o
saltarlos,
eventualmente tendrás un enorme camino de obstáculos que atravesar luego. Mucho
peor es
recogerlos, terminarás cargando tanto peso (más si recoges los problemas de los
demás)
que ni
siquiera podrás moverte del camino. En la vida los problemas están hechos para
ser
resueltos
con su tiempo, pero dado el caso que el problema no tenga respuesta, que de
hecho los
hay y
muchos, no pierdas tu tiempo, simplemente muévelos de tu camino.
Lo más
importante en esta vida ya sea que nos haya tocado el camino duro o el fácil,
es
saber
pararnos delante de ella y mostrar quienes somos y más importante, elegir como
vamos a
vivirla,
porque llegará el momento que miraremos para atrás.
Por Matias Happel
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