sábado, 2 de marzo de 2013

Historia de vida


Desde que tengo memoria, camino por un sendero, con una niña de vestido blanco en mi
espalda.
Me empuja y golpea para hacerme caminar, miro en todas las direcciones, nos
encontramos en un bosque hermoso, todos los que me rodean llevan a alguien guiándolos pero de
maneras distintas.
El tiempo siguió con su marcha, a pesar de rogar para que se detenga, en mi camino
aparecían obstáculos, algunos solo me pertenecían, en cambio otros abarcaban varios senderos.
Pero la niña no me permitía detenerme, sus golpes eran cada vez más fuertes.
Llegó el momento que la tortura se hizo insoportable, me obligó a correr fuera del
sendero, el bosque de claro y colorido se fue transformando en un pantano moribundo y
desolado.
Cuando logre por fin salir de ese espantoso lugar, me encontré con un prado árido por la
sequía, no había senderos pero a lo lejos se divisaba un objeto.
Al acercarme me di cuenta que el objeto no era más que un pozo muy profundo. En un
instante la niña apareció a mi espalda, al mirarla pude notar que lloraba, pero sin siquiera mediar
palabra me empujo al vacío.
Ese fue el golpe más doloroso de mi vida, en ese lugar a pesar de la total oscuridad podía
observar todos los obstáculos que simplemente salte o eludí, además podía sentir las voces de
personas, amigos y familia cuando caminaban cerca de la entrada del pozo.
Colapsé, nadie podía ayudarme no importa lo que me dijeran desde lo alto. Tomé mi
decisión, haría lo que fuese necesario para superarlo todo y simplemente sería feliz por mi propia
decisión.
Comencé a escalar, pero a medida que subía tenía que resolver los obstáculos que no me
permitían avanzar, después de mucho tiempo y un esfuerzo increíble, logré alcanzar la salida del
pozo, aunque aún me quedaban algunos problemas sin resolver.
Cuando por fin salí, me encontré en un lugar totalmente distinto, ya no era un lugar árido
y seco sino todo lo contrario, un campo lleno de flores cultivadas por las personas que intentaron
ayudarme a salir.
Me pare en el borde del pozo, donde se encontraba la niña de vestido blanco aun
llorando, nos miramos mutuamente por un tiempo, sonrió y rio emanando alegría como la de
un maestro al ver a su alumno aprender lo que con tanto esfuerzo enseñó. Se dio vuelta y se fue
saltando hasta que ya no logré verla, jamás la volvería a ver, ese fue el adiós para mi maestra de
vida.
Conclusión:
A todos nosotros la vida nos enseña, aunque de maneras muy distintas. Unas más crueles
que otras, algunos nos lleva a los golpes, a otros los lleva de la mano. Lo importante, lo que todas
estas maestras de vidas quieren enseñarnos es como debemos pararnos delante de ella, no
depende de nadie más que de nosotros mismos, por más que la vida nos lleve de la mano y nos
regale el mundo no serás feliz a menos que lo decidas.
Con respecto a los obstáculos o problemas, no sirve de nada pasarlos por un lado o
saltarlos, eventualmente tendrás un enorme camino de obstáculos que atravesar luego. Mucho
peor es recogerlos, terminarás cargando tanto peso (más si recoges los problemas de los demás)
que ni siquiera podrás moverte del camino. En la vida los problemas están hechos para ser
resueltos con su tiempo, pero dado el caso que el problema no tenga respuesta, que de hecho los
hay y muchos, no pierdas tu tiempo, simplemente muévelos de tu camino.
Lo más importante en esta vida ya sea que nos haya tocado el camino duro o el fácil, es
saber pararnos delante de ella y mostrar quienes somos y más importante, elegir como vamos a
vivirla, porque llegará el momento que miraremos para atrás.
                                                                         
                                                                                              Por Matias Happel

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